22 de noviembre de 2009

Aquí, ellas tienen poder

Cada mañana cuando me monto en el bus que me lleva a la universidad las probabilidades de encontrarme a una mujer detrás del volante son altas. No es raro ver a una de ellas, entrada en sus 30, conduciendo un automotor de servicio público para abrirse paso en mega avenidas de 10 carriles como la I-95. Tampoco es extraño verlas como integrantes de las cuadrillas de mantenimiento que cambian constantemente el asfalto.

No hay que extrañarse si en pleno verano usan bikinis para tomar el sol dejando de lado la forma del cuerpo y la edad. En julio pasado, vi a un grupo con uno que otro kilo de más. A diferencia de lo que les hubiera pasado en Colombia, no fueron miradas con desdén ni despertaron un runrún de críticas al pasar. Por lo menos eso percibí tras ver a los bañistas muy metidos en lo suyo.



No es extraño ver a más y más mujeres en la calle, tanto caucásicas como afroamericanas, enfrentándose de tú a tú con los hombres si la situación lo amerita. Las he visto pelear y no parecieran intimidarse con la fuerza que el contrincante les demuestra.

Aquí ellas levantan la voz, gritan si es necesario. Son 'frenteras'. No están llenas de tantos prejuicios ni de telarañas en la cabeza. Van tan despreocupadas por la calle que pareciera importarles poco el qué dirán. Eso sí, no faltan quienes las tildan de poco femeninas, de muy liberadas, de desatender a los hijos y de ser las culpables del auge de los divorcios.

Las estudiantes, por ejemplo, hacen un alto en su jornada académica para trabajar en un bar o en un restaurante. No les importa buscar trabajo en áreas de servicio para completar el dinero para el arriendo, los libros y la diversión. Son meseras, sirven tragos y no por eso tienen dudosa reputación. Luego, cuando la jornada laboral termina, regresan a la universidad para seguir cumpliendo con sus tareas.

Rachel, mi tutora de inglés, es una de ellas. Se ve muy madura para estar apenas en sus 20. Vive sola desde los 18 años. Dejó su casa cuando comenzó a estudiar Licenciatura en Inglés. Ha sido mesera y ha lavado platos en diferentes restaurantes. Acaba de graduarse y en agosto pasado inició su maestría en Enseñanza de Inglés como Segunda Lengua. Obtuvo una beca que le cubre la matrícula y le da un estipendio mensual. A cambio, debe trabajar para la universidad. Por eso, ya no necesitará seguir como mesera.

Cuando veo a Rachel me doy cuenta que ella escenifica el prototipo de la mujer estadounidense, especialmente a las más jóvenes. Trabajan desde la adolescencia. Van a la universidad —claro, si tienen recursos, hacen un préstamo o consiguen una de las tantas becas que el gobierno o las instituciones les ofrecen—. Son educadas y llenas de criterio propio. Desde los 20 años son exitosas. A los 23 tienen pregrado y postgrado, y están listas para seguir enfrentándose a la vida llenas de sueños.

No me atrevo a decir que en Estados Unidos las mujeres están libres de intimidación o que han ganado por completo su lucha por alcanzar la igualdad de derechos. Siguen obteniendo menos dinero y siendo minoría en altos cargos ejecutivos, tal como lo muestra una nota publicada por El Tiempo. Pero, algo que sí me queda claro, tras estarlas viendo en el último año, es que logran mayor protagonismo a diferencia de nosotras, las latinoamericanas.

Entonces era de esperarse, tal como lo publicaron los medios recientemente, que la mitad de la fuerza laboral en Estados Unidos sea femenina porque la mentalidad con la que están creciendo las nuevas generaciones ha contribuido a que sean vistas en la sociedad más allá del tradicional rol de tener hijos y ser amas de casa.




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2 comentarios:

karlita dijo...

en todas las sociedades siempre se ha debatido ¿cual sexo tiene el poder en ellas?, para mi no es un caso de poder, es un caso de igualdad en estados unidos las mujeres 'tienen el poder', porque son tratadas como iguales, y esta igualdad la consiguieron ellas mismas por su espiritu de superacion, que bueno seria i en latinoamerica tambien pasara esto.
gran blog, gran periodista¡¡¡

Tatta Velásquez dijo...

Karlita lo importante es que como mujeres marquemos la diferencia haciéndonos respetar, siempre, y sin permitir que nos sigan discriminando....